INSTRUCCIONES PARA TENER SEXO MIENTRAS MENSTRÚAS
La primera vez que me llegó la menstruación estaba deseándolo, en mi colegio, era como un acontecimiento gigante que decía que ya no éramos unas niñas y que estábamos listas para hacer otras cosas, además nuestros cuerpos esqueléticos y larguiruchos empezarían a ser más atractivos. Siempre fui la más pequeña en edad de todos los salones de clases así que esto se demoró un montón, me despertaba todas las mañanas esperando que algo sangrara y que pudiera contarle la noticia a mis amigas.
Cuando me llegó, yo ya estaba preparada, tenía en el baño de mi cuarto una pila de toallas nosotras que nos daban en el colegio junto a charlas mediocres acerca de nuestro cuerpo. Esperé ansiosa semanas a que me creciera el culo y las tetas, pero esto nunca pasó, si mucho mi cuerpo se engordó porque ahora tenía muchas ganas de comer todo el tiempo.
Luego, la menstruación dejó de ser algo cool y pasó a ser un problema, además de los dolores y de los cambios de humor, se nos obligaba a esconder a toda costa que estábamos en esos días del mes. Manteníamos las toallas en estuches y bolsos para que no se viera su empaque, nos amarrábamos de la cintura unos sacos todo el tiempo por si algo pasaba, y teníamos amigas que iban detrás nuestro vigilando que nada se fuera a regar por la entrepierna.
Después, en la universidad cuando la vida sexual era un poco más activa, mis amigas empezaron a maldecir y a tomar pastillas para cortarse la regla con el fin de poder tirar en los paseos a las fincas con los tipos, jamás entendí el drama, tampoco podían tirar con sus novios, aunque se morían de ganas, si estaban “en esos días” y todo parecía estar igual, nosotras escondiéndonos una vez al mes y maldiciéndolo todo.
Lo cierto es que a mí el sexo menstruando siempre me gustó y siempre animé a los manes para que lo hiciéramos; con una toalla debajo, en la ducha (aunque tengo que reconocer que no soy muy amante al sexo en la ducha) parados contra las paredes, o sí, en definitiva, en la cama, así tocara cambiar las sábanas.
Con S***, una de las personas más abiertas con las que he culeado consecutivamente, el sexo oral tampoco era un problema, y cuando las sábanas se manchaban en su cama me decía sin más que las metería a la lavadora y pondríamos unas nuevas (que también ensuciaríamos ese día). Encontrar este tipo de personas que te hacen sentir aún más segura de tu cuerpo y de las cosas normales que pasan en él es un alivio porque de ahí no retornas.
Contrario a lo que podríamos creer el sexo menstruando no se parece a una matanza, sí, hay manchas, pero nada que no se pueda limpiar. En esa semana las mujeres estamos mucho más sensibles y arrechas así que cualquier caricia, mordisco o nalgada es más placentera, además de tener lubricación al 100 que hace todo sencillo.
El sexo en la menstruación puede ayudar a reducir los cólicos, los dolores de cabeza y las ganas de acabar con el mundo que a algunas nos da. Si usas la copa lo único que tienes que hacer es sacarla, dejarla en el baño, tirar y luego volver a ponértela, en 20 minutos, media hora no vas a botar sangre a mares, ¡tranquila!
Tenemos que empezar también a normalizar las cosas que pasan en nuestro cuerpo, sí sangramos cada mes y eso no va a cambiar en mucho tiempo, entonces, mejor disfrutar las ventajas que igual tenemos en esos días, que no son pocas y si no tienen pareja, intenten masturbarse mucho más esos días, los cólicos, los dolores y el mal genio se reducen considerablemente, además de alcanzar los mejores orgasmos de la vida.
Escrito por:
Ana Maria Cardona
@larubiainmoral
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