Tenía nueve años y recuerdo que ese día no había tenido que ir a estudiar, así que estaba en la casa de mi niñera desde temprano, no sé por qué, pero recuerdo mucho que empecé a mirarme en el espejo, y fui consciente que el cabello ya lo tenía largo, digo largo.

(hasta un poquito más abajo de los hombros) porque mi abuela me lo cortó dos veces en honguito, cuando era niña, entonces pase casi toda mi infancia con pelo corto muy corto, al punto que varias personas me decían… “tan lindo el niño” sin exagerar.

El caso es que ese día en particular empecé a mirarme en el espejo y a detallarme, ojos, dientes, labios, cabello, todo, y después de un rato, fui corriendo a la cocina, y dije… Crisss (Cristina mi niñera) estoy aterrada, yo soy muy bonita. Ella solo se rió y dijo si, si, hay días en los que uno amanece feo y otros, bonito.

Volví otra vez al espejo y solo podía ver lo bella que era, y seguía diciéndole a Cristina, – en serio Cris, míreme el pelo, es negro muy lindo y vea como esta de largo, míreme los ojos, yo soy muy bonita, podría ser modelo… ella solo se reía hasta que me dijo, – uno no se puede mirar tanto en el espejo porque se vuelve creído, así que por favor no la quiero ver más frente al espejo.

Yo solo obedecí, pero la verdad era que quería darle una mirada a esa nueva belleza que había encontrado allí, pero cuando somos niños creemos, creemos en todo y esa es la magia de la niñez, pero también el riesgo, así que desde ese día procuraba no mirarme tanto frente al espejo, aun si estaba sola para “no volverme creída”.

Luego pasaron los años, y ya en la adolescencia cuando empiezan a formarse las curvas, y empiezan a crecer los senos (aunque no me crecieron mucho), pero lo que si crecieron fueron las inseguridades, y en un momento ya ni me acordaba de esa “belleza” que había descubierto años atrás. Al contrario, sentía que ya no era “bonita unos días y fea otros días, sino fea la mayoría de los días” como tal vez lo hubiese descrito mi niñera.

Se fue haciendo cada vez más difícil encontrar esa parte bella que algún día había visto. Aceptarme o quererme era una lucha, y estar frente al espejo era más un acto de valentía, y una relación odio-amor, pues no quería ver ese cabello con frizz, las estrías que empezaban a aparecer y ese abdomen no marcado tan distinto a lo que veía a diario en la tele. Así que prefería no mirarme, no encontrarme con ella que en realidad era yo. Ahora era creída, claro pero creída de mis defectos.

Crecieron las comparaciones y los reclamos hacia la naturaleza Divina “ojala´ser mas alta” “ojalá ser más delgada” “ojalá tener el cabello más liso” “ojalá no ser tan frentona” y un montón de “ojalá” que día a día iban haciendo que aceptarme, fuera mucho más difícil, la lista era interminable, y con la creciente ola de vidas digitales donde solo vez cuerpos “perfectos” y vidas “perfectas”, el camino a la aceptación, autoestima y amor propio, parecían realmente perdidos.

Tiempo después tuve la fortuna de empezar a trabajar con mujeres, y también en el medio digital, pero desde que empezó mi proyecto quise que estuviese marcado con la búsqueda del amor propio, obviamente era yo la primera necesitada en aprender de eso, así que empecé a leer, a investigar, a ser consciente que todos esos “ojalá” son solo estereotipos, empecé a escuchar historias, y a darme cuenta que esa belleza que había descubierto a mis 9 años seguía allí, intacta, porque pasan los años, pero sigue siendo mi vida, y mi cuerpo, el que me ha acompañado donde estoy hoy. No ha sido fácil desaprender de belleza, estereotipos “perfección”, pero he entendido que, si no me amo, no tengo manera de esperar que alguien más lo haga.

Por eso, aunque estoy en el camino de amarme todos los días, incluso los días en los que me siento fatal, quiero esos también mirarme al espejo y decirme, aun con mis inseguridades: Cuerpo, estoy muy orgullosa de ti, gracias por todas las veces que hiciste latir mi corazón, incluso cuando no te he amado lo suficiente. Gracias por recuperarte cuando estoy enferma y hacerme experimentar la vida, gracias por levantarte cada mañana y gracias cuerpo por darme la oportunidad de ser mujer, vivir como mujer y tener la posibilidad algún día de dar vida.

Tener una buena relación de amor con tu cuerpo es un proceso, amar tu cuerpo puede ser un camino largo, pero de ahora en adelante cada que te mires al espejo, conversa contigo y di algo lindo para ti, así es como empieza la  revolución del amor propio.

Escrito por: Mariana Arias @marianacastillo07

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