Hace poco hablaba con un amigo sobre feminismo y me sorprendió ver que a diferencia de otros espacios donde se trata el tema, escuchó activamente, me dio la razón y me dijo: “De eso es que se debe hablar cuando se toca el tema del feminismo”.

Durante muchos años le he hecho seguimiento al tema y si bien me considero feminista, hay posiciones que seguramente se oponen a esa afirmación.

En este periodo que he estudiado el comportamiento y he sido víctima de los atropellos del machismo en la sociedad, resolví que al final del día el feminismo es una puerta al humanismo, donde todos los respetamos y valoramos como seres vivientes que conviven en una sociedad.

Entonces, para mí, hablar de feminismo es rescatar el valor que tiene la mujer en la sociedad como uno de los pilares de la misma, reconociendo sus habilidades intelectuales, físicas y emocionales desde la equidad e igualar la forma en que son retribuidas frente al género masculino.

Me explico, trabajé con militares y, desde mi visión externa a las Fuerzas, me sentí tremendamente sorprendida e identificada con un discurso que alguna vez dio la Mayor General Clara Galvis en el que hablaba de la mujer en las Fuerzas Armadas. Ella describía el trabajo en equipo entre hombres y mujeres como un rompecabezas, todas las piezas son diferentes, pero cuando se juntan son capaces de hacer grandes cosas.

Ese es el trabajo de fondo en que deberíamos centrarnos y el punto de partida está en la educación cultural. Nuestras mamás, porque ancestralmente fueron educadas así, educan hombres y mujeres machistas… Hombres que menos precian el rol del género femenino y asumen que deben realizar ciertas tareas sin ser reconocidas, hombres que crean empresas y consideran que a la mujer se le debe pagar menos porque es una mujer, mujeres que creen que su deber es llegar a su casa y hacerse cargo de todas las tareas del hogar “sin recibir ayuda de sus esposos”.

Se me quedan por fuera muchas otras situaciones, pero esa seguirá siendo la realidad si continuamos desviando el discurso. Entonces vemos en redes sociales mujeres que dejan de depilarse o se pintan el vello de las axilas y centran el discurso en que eso es feminismo, mujeres que atacan otras mujeres porque toman la decisión libre de ser mamás o no serlo, mujeres que creen que con meter a la fuerza el “lenguaje inclusivo” las personas van a comprender qué es feminismo…

Están en la libertad de hacerlo, pero eso, amigas y amigos, es carpintería que, si se trata el problema de fondo, seguramente con el tiempo se solucionará solo como efecto secundario de una excelente intervención al problema primario.

En resumen, y seguramente seguiré hablando de esto, feminismo no es solo mujeres, feminismo no es mujeres atacando hombres u otras mujeres, feminismo es una puerta, un camino hacia, una construcción colectiva, donde debemos abrir espacios para las mujeres sí… pero nunca dejar de lado a los hombres.

De nada sirve ponernos histéricas y denunciar acoso callejero, si no educamos a los niños y les decimos porqué eso está mal. De nada sirve mostrar en redes sociales que en eventos de gran importancia solo hay hombres hablando de temas que nos afectan a todos, si no les mostramos qué mujeres pudieron estar ahí hablando con la experiencia y experticia porque las hay y ¡son un montón!

Se trata de empezar a reconocernos con respeto, apoyando las habilidades de unas y otras sin envidias, sin hacernos daño, sin buscar que la otra se tropiece en el momento más importante, entonces, ¡No se hagan coger fastidio! Porque cada vez que salen con el discurso superficial del “feminismo” a la calle, se pierden oportunidades reales de educar y llegarle a las personas. ¡Hay que gritar con mucha fuerza! ¡Debemos hacer ver dónde están los problemas de nuestra sociedad! ¡Debemos mostrar con argumentos por qué son problemas!

Pero no para que podamos salir a la calle  sin depilarnos, la sociedad juzga, pero no te van a matar a pedradas por hacerlo; debemos unirnos en una lucha que busque una sociedad que trabaje en equipo, que permita a las niñas crezcan sintiéndose seguras de sí mismas y sus capacidades, que puedan educarse en lo que se les dé la gana y no las menosprecien si quieren ser guerreras, luchadoras libres, científicas o mamás, que esos espacios estén abiertos para las decisiones libres y que tanto hombres como mujeres puedan respetarlos. De ahí en adelante, todo es ganancia.


Diana Alejandra cortes
@d_alejandra91

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